Crítica de José Vicente Peiró (Pre-estreno BUH!)
Pre-estreno
Conciliación familiar
De Teatre de l’Abast y La Fam Produccions
Fecha de representación: 27 de diciembre de 2021. Fecha de la crítica: 28 de diciembre de 2021. Lugar: Teatre l’Agrícola de Alboraia.
Siempre me he sentido atraído por las propuestas de Teatre de l’Abast, por su buena preparación técnica y sus dramaturgias donde el físico ocupa un plano importante sin despreciar que el texto (o el “no texto” en el caso de Rob) y la acción son la parte sustancial del teatro. Una atracción desde que presencié en 2014 en el teatro El Micalet la extraña Gore del argentino Javier Daulte, una pieza complicada de la que salieron airosos, y poco después en el Rialto su trabajo L’ànima bona de Sezuan de Bertolt Brecht, con dirección de Ramón Moreno, montada recién salidos de sus estudios de Arte Dramático. Después vendrían el infantil Luna, dos i tres, Molt de soroll per a no res, una peculiar adaptación de la comedia de Shakespeare, y la genial Rob con una interpretación de Ramon Rodenas inconmensurable. Mucho buen futuro que se veía por delante y que se va confirmando con el tiempo.
La Fam es la otra parte de la coproducción. Se trata de una compañía de Vila-real de las más destacables en el teatro de calle o en espacios al aire libre, que ha aportado lo suyo a esta creación, sobre todo en el apartado técnico. Incluso los seres robotizados del futuro parecen extraídos de su espectáculo Mr. Blue Sky. Personalmente, sus propuestas siempre me resultan sugestivas y su oficio impetuoso camina hacia un mensaje diáfano sobre nuestra sociedad actual.
Ambas se han unido para crear un espectáculo infantil con un tema muy actual y que concierne a muchas personas: la conciliación familiar. Buh!, que así se denomina, nos cuenta la historia de Eva, una niña inteligente y divertida con mucha imaginación. Pero pasa mucho tiempo sola en casa, con sus padres separados y su madre muchas horas fuera del hogar para salir adelante. En esta situación, harta de la soledad, llamándola sin que aparezca cuando necesita compañía, escapa a un lugar secreto donde cuatro seres imaginarios le ayudarán a afrontar su situación y sus miedos con una aventura muy especial.
Como se observa, la historia se inspira en Cuento de Navidad del novelista británico Charles Dickens. Y no solo por reproducir el argumento de un personaje visitado por tres fantasmas en un sueño sino porque estos seres le enseñan a Eva el pasado, el presente y el futuro, como en el relato. Un pasado representado por una vieja carpintería donde el martillo, el serrucho y el destornillador han quedado viejos ante la emergencia de una nueva herramienta multifunción pero donde también reviven los recuerdos de un viejo álbum. Un presente con la aparición de un doble de Eva, y un futuro con los seres tecnológicos y una hada madrina del futuro. En suma, le enseñarán a no olvidar el pasado, a vivir el presente y no tener miedo al futuro, un mensaje muy didáctico también para los adultos, presentado en apenas una frase a modo de rúbrica resumen a partir de la escena donde la madre se compromete a disfrutar con la hija de su tiempo, una vez cumplidas sus responsabilidades laborales y hogareñas. La mutua comprensión queda como una virtud muy bien reflejada porque es una necesidad y siempre se puede mejorar la convivencia si existe la posibilidad de la conciliación. Y voluntad, algo imprescindible.
El espectáculo es un musical que hará las delicias del espectador. Con marionetas, entre las que destaca el gato gigante a quien se le atribuye la culpa de las travesuras de Eva, además de las divertidas y nostálgicas herramientas de la carpintería. Las canciones de Carles Rodenas poseen una calidad enorme, con letras en valenciano que no solo no se separan del argumento sino que lo conducen, y están muy bien interpretadas por los cinco actores y actrices. Destacan la adecuación de la música al pasado, presente y futuro, con ritmos que incluso recuerdan al Bienvenidos de Miguel Ríos y al rock duro, o el tecno más actual.
Hay escenas divertidísimas, como la desarrollada en la carpintería con las tres viejas herramientas, el hombre de papel, el juego de espejo o la irrupción de los tecnificados con esa especie de hada madrina dominante y clarificadora. La dramaturgia de Manuel Maestro, autor de un texto bien estructurado, Lucía Aibar y Victoria Mínguez, creadoras a partir de la idea original, funciona en todo momento con un ritmo raudo y potente, con la conjunción del físico, la palabra, las canciones, las marionetas, el mucho movimiento, las buenas coreografías de Cristina Fernández, y los cambios rápidos de vestuario de los seres imaginarios del siempre enriquecedor Pascual Peris. Sorprende la escenografía de Txema Rico, con el cambio de una casa actual a la vieja carpintería, y la iluminación de Sergio Heredia, con saltos raudos y capaz de convertir el granate del gato en dorado. Elementos humanos y técnicos unidos de forma eficaz para construir el desarrollo muy bien adecuado para ser llamativo para todos los públicos.
Igual de destacables son las interpretaciones. Eva es Rebeca Artal-Dato con una desenvoltura ejemplar. Es una actriz que da mucho encaje al personaje. Neus Alborch, con su dicción perfecta en valenciano, también despunta con su voz y su solidez. Estela Domínguez tiene una gracia ejemplar. Aina Gimeno está impresionante sobre todo en su momento de danza, como ese gato granate, y Juanma Picazo tiene una gracia enorme, además de buena voz. Los cuatro últimos como fantasmitas multiplicándose en distintos personajes. Tienen el encanto necesario para darle simpatía al espectáculo familiar y se compenetran a la perfección.
Como colofón, es necesario atender a la forma de expresión del mensaje. Está dentro del argumento, va de dentro hacia el patio de butacas y no al revés. La concienciación del público en teatro se logra con la vista y el oído. Estamos viendo últimamente demasiados trabajos familiares donde hay una ideología metida con calzador sin que venga a cuento para la diégesis ni exista causalidad en los acontecimientos. Buh! mantiene esa norma didáctica del teatro de hablar desde la estructura profunda y no desde la superficie. De esta forma, nos regala un mensaje positivo a favor de la necesidad del afecto entre hijos y padres en unos tiempos individualistas como los actuales, con muchas travesuras que son eso, travesuras sin llegar a gamberrada. También es una reivindicación de la necesidad de soñar, de vivir con ilusión. Por todo esto, y por la simpatía y el oficio de Abast y La Fam merece la pena.
Como dijeron Ramon Rodenas, Victoria Mínguez y Lucía Aibar en la gala de AVETID de esta año, llamada a los programadores. Atentos.
José Vicente Peiró